SCALABRINI y su compromiso con los pobres y migrantes.

“La navidad de Jesús es la rehabilitación del pobre, es el misterioso discernimiento de Aquello, el cual, siendo rico, se hizo mendigo (humilde) para nosotros; es el misterio de la pobreza glorificada”

Mientras Scalabrini preparaba este que, entre los discursos más bellos, bajo el pórtico episcopal se distribuyó en los dos meses de invierno más rígidos invierno de la carestía del 1879-1880, 244,460 platos (Eran servidos más de 3 mil platos por día) y leña para el invierno. Carroza y caballos del obispo fueran vendidos e transformados en alimento y madera; el guardarropa del obispo fue vaciado y hasta mismo hipotecó el cálice de oro en el Monte Piedad (Institución financiera) regalo del Papa Pio IX.

A los ojos del mundo, decía el obispo, el pobre es mirado como un discriminado, un refugo de la naturaleza que parece alguien lejos de la mirada de la Providencia, un peso inútil para la sociedad. Antes de Jesús la pobreza era considerada una mancha horrenda, un castigo de Dios, una maldición en donde las propias víctimas eran culpables de tal condición. 

Jesús por su vez, nasciendo en un estabulo y antes con el ejemplo y luego con palabras, de la cuna a la tumba, glorifica y valora la pobreza haciendo del pobre la presencia viva, a su imagen y semejanza. Dios en Jesús se identifica con el pobre en la tierra. 

Scalabrini colocaba el pobre en primer lugar arriba de cualquier obra que quisiera cumplir, y el ecónomo de la Curia Episcopal, que se permitió decirle, un día en que el obispo había distribuido a los pobres el salario de dos meses, les dijo que se continuara así acabaría muriendo en la paja, respondió: “No sería nada mal que un obispo muriera en la paja cuando Jesús quiso nacer en ella”. 

Un día encontrándose en Roma, con un dicho “vergonzoso” pobre (porque era una persona rica que cayó en la pobreza) ofreció una valiosa ayuda de 5 liras (valor de la época era mucho). El beneficiado sin palabras confesó ser un hebreo. Y Scalabrini: “Usted tiene realmente necesidad? Sí. El obispo dobló la ayuda. 

De estos tipos de empobrecidos también en Piacenza había y Scalabrini ayudó con la misma generosidad sin excepciones hasta el punto de hacer caridad en un valor de 8.600 Liras, gracias a la venta de las piedras preciosas de la cruz episcopal pastoral para salvar familias falidas. Tenemos un documento que comprueba este gesto de caridad y de amor del obispo de Piacenza. 

Este gesto de amor y caridad se extendió por tres meses de ayudas entre 10 a 800 Liras, sumando un total de 10.370 liras a 77 nombres personales y de familias, registrados de los así definidos “pobres vergonzosos”. (Gente y familias ricas falidas en la pobreza).

Las obras de misericordia de visitar a enfermos, presos, se concluían siempre con aquel gesto de caridad y de ayuda conocida como limosna. Por ocasión de la celebración de su Jubileo episcopal declaró que el mejor regalo que alguien puede hacerle seria ofrecerle un sobre con algún valor para que pueda seguir ayudando a los pobres. A un hombre carrocero le rescató los caballos que ya los había perdido. Otra forma de ayuda era los préstamos que hacía Scalabrini sin intereses. 

Ayudó también a muchos estudiantes pobres y a seminaristas con becas de estudio, y durante las visitas pastorales auxilió a muchos ancianos pobres que vivían en lugares difíciles, montes lejanos, sin las más mínimas estructuras y servicios sociales. 

En los momentos de temblores y otros desastres de la naturaleza hizo campañas para ayudar a las víctimas y reconstruir los poblados y ciudades. Cuando fue el terrible terremoto de Casamicciola en 1883, hizo una emocionante homilía motivando a los fieles a la solidaridad hacia las víctimas del temblor y también se conoce que solicitó la ayuda de un grupo de sacerdotes para abrir un Banco de Beneficencia, si congratuló con el grupo ofreciendo al Banco u tesoro “más valioso”: La cruz pectoral de obispo, regalo del Papa Pio IX, con el título de “Apóstol del catecismo”.

El secreto de tanta caridad hacia los pobres consistía en la confianza ilimitada en la Providencia e al mismo tiempo gracias a su genio natural con la capacidad de ser solidario y de administrar los recursos con inteligencia hacia los necesitados y esta genialidad es la más clara expresión social de la auténtica humanidad.

El pensamiento social de Scalabrini se revela en su libro “El socialismo e la acción del clero” (1899); en síntesis, es la afirmación del derecho al trabajo, a la huelga, la seguridad frente a las crisis, la participación de los trabajadores en la ganancia de las haciendas, al derecho de jubilación por invalidez, vejez y a la reducción de horas de trabajo por la edad avanzada. 

Condena a la vez la represión policiaca del Estado y propone como medicina el cooperativismo, las asociaciones de asistencia y seguridad, los bancos católicos y los fondos rurales que concedían préstamos y tazas con un mínimo de interés. En fin, los patrones debían ser sensible a la hipoteca social sobre la propriedad privada como quiere y afirma el pensamiento genuino de la doctrina social de la iglesia en el documento “Rerum Novarum”. (De las cosas nuevas) 

Por su iniciativa nació y se creó varias formas de fondos rurales y sobre todo en Banco Católico Santo Antonio (Los modernos correos postales de Piacenza-en donde en su espacio interno hay una gran medalla dedicada a Scalabrini, obra del célebre pintor Pacifico Sidoli) que concedían préstamos con mínimo de interés.

La caridad a los pobres permeaba también toda la pastoral durante sus cinco años de párroco de la Iglesia San Bartolomeo de Como la cual tenía muchas industrias de ropas y debido a las frecuentes crisis de trabajo, trataban de obtener de los empresarios materia prima y enviarla a las casas de los trabajadores para confeccionar las piezas y así ganar algo para el sustento de la familia.

Entre las diferentes obras sociales scalabrinianas “menores” en comparación con la obra “mayor” que fue la Fundación del Instituto de los Misioneros de San Carlos para los emigrantes en las Américas (1887), elegimos una que empieza su actividad social en Piacenza, se trata de la Fundación del Instituto para sordos mudos y otra que nació al final de su vida: que es la Obra en favor de los que trabajaban en la cultura del arroz (Opera pro-Mondariso)

En el Seminario menor de Como, tenía como amigo y colega el Canónico Serafino Balestra, el cual perfeccionó el método fónico o “vocal pura” con el cual los sordos-mudos podían ser educados, método de Scalabrini apreciado y posible de ser aplicado para el estudio de la catequesis dos propios sordos-mudos mientras era párroco de San Bartolomeo.

Antes de llegar a Piacenza, se ha comprometido en que su primer compromiso como obispo seria aquello de instituir una escuela como aquella que estaba dejando: y así en 1879 nació en Piacenza el Instituto para los sordos-mudos.

Scalabrini en sus visitas pastorales se interesaba mucho de los fenómenos sociales, como la emigración, por la cual providenció para defender y acompañar sus conciudadanos, los misioneros para las Américas. 

Más allá de la llaga de las migraciones tras océano, había la migración interna muy compleja e intensa y sobretodo la migración temporaria de los trabajadores del arroz en las regiones de Lomellina y en el Novarese que contrataban por dos meses hombres, mujeres y jóvenes de las montañas de las regiones de Val Nure, Val Trebbia, Val di Taro y otras regiones del Norte. 

 

En la primavera los contratantes (Coyotes) de mano de obra barata llegaban en aquellas regiones para contratar entre 400 y 500 trabajadores por cada contratista y luego llevarlos a la estación de tren de Piacenza y por su vez transportarlos a las regiones del cultivo de arroz. Se calcula que la cifra de los trabajadores contratados superaba los 170.000. 

La jornada de trabajo era de nueve horas día, siempre metidos en el agua; La alimentación era muy precaria y de poca calidad, los alojamientos eran galpones colectivos (Tipo establos de animales y muy precarios) en donde se descansaba y se dormía mal, en un ambiente promiscuo y de libertinaje… y además debían pagar el peaje, la propina, los servicios… de los coyotes, auténticos caporales y explotadores en donde los pobres trabajadores lograban llevar a sus casas apenas 30 liras y muchas veces hasta menos aún, en compañía de algunas enfermedades como malaria, reumatismo, neumonía… 

Scalabrini logró a fundar una Asociación de los trabajadores del arroz que en 1903 logró organizar dos Congresos en Piacenza en los cuales participó los Obispos de Bobbio, Tortona, Guastalla, Pontremoli y Modena, y representantes de las Diócesis de Lodi, Pavia, Vercelli, Vigevano, Milan y Torino. 

El Comité de la Asociación elaboró un documento de contenido moral y también económico, que fue enviado al Ministerio de Trabajo en donde pedían y exigían al Gobierno de turno para intervenir con acciones coercitivas y punitivas contra la explotación brutal de los finqueros y contratistas de trabajadores al no cumplir y respetar las normas definidas y aprobadas en el documento del Comité laboral. 

Esta institución de asistencia y defensa de los trabajadores del arroz tuvo más de 50 año de vida e historia, la cual hizo un gran bien. Uno de los tantos logros de esta Obra fue garantir gratuitamente por parte de los patrones a los trabajadores el “chinino” control de la malaria.   

Stelio Fongaro – Misionario Scalabriniano

Traducción – P. Mário Geremia, CS

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